Finde de boda que llega a su fin tras pasar por las arenas blancas gaditanas, que abrieron y cerraron el periplo y que ha contado con etapas intermedias en casa de Tito Juanito (un máquina que no para de charlar y rellenarte la copa) y en Jerez, en el susodicho enlace donde Ana y Miguel Ángel me brindaron la oportunidad de estar en la boda más simpática de la historia, con momentos tiernos, frikis y de disfrute general a partes iguales.
Es bien conocida mi animadversión para con estos eventos de amor, pero he de admitir que si algún día el destino, la jefa y las respectivas madres ya no me dan opción, me gustaría pasar por un aro parecido al que han montado los novios este 2 de Junio. Y que sean muy felices.
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