Y la bomba de la semana es que el hijo prodigo vuelve a casa, aunque solo sea para un par de shows (en principio, soñar es gratis), y para ponernos la miel en los labios pues lo suyo sería que el amigo Head hiciera resurgir de entre sus cenizas a Davis, Munky y compañía a base repartir estopa y montar una buena candela (una montaña de biblias servirían) donde quemar rencillas y cachivaches varios de alma electrónica.
Hasta entonces, aquí seguimos, jugando al ratón y al gato, contra una orilla a la que nunca sabré si seré capaz de llegar o moriré nadando. Solo espero hacer pie cuando sufra naufragio para que al menos los pasajeros que llevo en mis omóplatos traguen poca agua y puedan seguir hasta otras orillas o incluso si lo desean, mar adentro en dirección al sol.
Un sol que ilumina sonrisas y da brillo a las lágrimas que se asoman cuando bostezas o te ríes hasta mojar la ropa interior. Batallaré con él para que no deje de saciar mis ganas de verte sonreír y dejar que esos diamantes se asomen a esos balcones.
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