Tengo la suerte de trabajar (aquí podría acabar la frase, por desgracia, en esta mierda de país) con clientes de todo tipo, de toda escala social y de todos los niveles de bondad-maldad imaginables.
Esta semana pasada he tenido el placer de aguantar la insistencia titánica de Francisco Javier, un tipo sin estudios que ha acatado todas las pegas que se le han puesto y que ha confiado en mí en la misma medida que se ha hecho de fiar.
Su historia personal ya es para meterle fuego a un par de edificios públicos, pero al final de la semana me contaba el capítulo más crudo que jamás habré escuchado, y quiero compartirlo no para que soltéis las lágrimas que yo me aguanté (aun no sé cómo), sino para que os dejéis de gilipolleces sin más.
Tiene 3 sobrinos con una grave enfermedad que se desarrolla a partir de los 3 años, degenerativa, que termina en la muerte temprana y que por el camino hace que los pequeños dejen de andar, de hablar, de comer y de respirar. Sus cuerpos se van apagando poco a poco por muy llenos de vida que estén, que lo están, puesto que son pequeños de sólo 3 años cuando se les diagnostica.
Tu pregunta, la misma que me hice yo al saber que era una enfermedad genética...
¿por qué tuvieron más niños sabiendo lo que les podía pasar?
Cuando le fue diagnosticada al mayor, con 3 años, su hermana ya tenía un añito y su mamá estaba embarazada del tercero. Esos padres que, aunque tendrían dificil trabajar, están en paro, y recibe un carajo de ayuda por parte del gobierno.
Ese mismo gobierno que prohíbe el aborto.
Lo dicho, mierda de país.Y tu y yo, preocupados por gilipolleces. Anda y que nos den.
Salud, Fuerza y Vigor.
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