Mañana de Domingo Post-Boda y Pre-Barbacoa que va a culminar un verano de papas aliñás y empanados variados, con pantalón de traje apretado y corbatita suelta. Esta mañana he realizado la invitación más VIP para que la pluma más admirada redacte unos renglones para este nuestro blog, así que aquí a la espera de una respuesta me hayo y mientras tanto escupo palabras como colofón a una época estival que por fin acaba, dándome el placer de saludar a mi chándal de los domingos y haciendo que agradezca el calorcillo que desprende el portátil sobre mis cachas.
Un día antes de la boda tuve a bien recorrer los más de 11 km de la carrera nocturna del Guadalquivir, llegando hasta el km 8 con relativa solvencia hasta que en ese instante mis tobillos de cristal me suplicaran bajar el ritmo, para acabar entrando al Estadio Olímpico en un tiempo lamentable de 1h 11', así que entre eso y que mis amigos ya tienen hernias de disco, fascitis plantares y otra serie de dolencias (la más grave, sin duda, es el complejo de Peter Pan que nos asola) no me queda otra que asumir que los años pesan y que los años pasan, y que pasan cada vez más rápido pues cuando cumples 10, el último año equivale a 1/10 de tu vida, mientras que ahora cerramos capítulos de 1/28, 1/30 o 1/32, lo que matemáticamente es bastante menos, y mentalmente también.
La librería de nuestro cráneo se va llenando y tenemos que seleccionar lo que guardamos en ella, y lo peor de todo y lo que de verdad te cambia la vida, es que cada vez hay más facturas con tu nombre. Lo cual también es bonito... o no.
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