Encaro mi última noche de Rodríguez arropado por uWall, con una tenue luz a mis hombros y la mente más desordenada de la cuenta, no de principios ni ideas pero si de tareas pendientes antes de emigrar mañana a una nueva feria en la que quiero estar presente no sin cerebro, pero sí sin agenda y sin ángeles de la guarda. Ampollas en los pies (el fútbol sala, a ciertas edades, creo que es capaz de matar personas), mil tajadas de melón en el estómago y un té frío de limón son los que me vigilan esta noche para que escriba bien y no cometa errores, al menos de expresión y ortografía, una práctica cada vez menos común en todas las escalas.
Tengo ganas de despotricar de política, de economía, de cuhicheos rosas que me hierven la sangre o de nimiedades varias, pero creo que resumiré tirando por la tangente, y aquí y ahora denuncio la cantidad de gilipolleces que llevamos p'alante. En este punto animo a que cada uno aporte una.
En el libro Quien se ha llevado mi queso, con el que me obsequiaron en navidad y el cual devoré en días (en mi pasado oscuro se incluye haber sido un infame lector de libros, actitud que estoy enderezando en este 2012) hay una frase que sobresale de entre las demás y que procuro aplicar día a día, con un acierto considerable teniendo en cuenta el riesgo menor que conlleva vivir en una gran urbe rodeado de comodidades, con respaldo físico y moral y siendo el tío más afortunado del mundo, aunque de vez en cuando me cague en todo lo cagable, lo que supongo me mantiene limpio por dentro... total, que me lío, la frase es:
¿Que harías si no tuvieras miedo?
Pues eso, ¿y si mandásemos todas las tonterías a tomar por culo, sin miedo?
¿y si importase más la luz que guarda una mirada?
Tengo ganas de despotricar de política, de economía, de cuhicheos rosas que me hierven la sangre o de nimiedades varias, pero creo que resumiré tirando por la tangente, y aquí y ahora denuncio la cantidad de gilipolleces que llevamos p'alante. En este punto animo a que cada uno aporte una.
En el libro Quien se ha llevado mi queso, con el que me obsequiaron en navidad y el cual devoré en días (en mi pasado oscuro se incluye haber sido un infame lector de libros, actitud que estoy enderezando en este 2012) hay una frase que sobresale de entre las demás y que procuro aplicar día a día, con un acierto considerable teniendo en cuenta el riesgo menor que conlleva vivir en una gran urbe rodeado de comodidades, con respaldo físico y moral y siendo el tío más afortunado del mundo, aunque de vez en cuando me cague en todo lo cagable, lo que supongo me mantiene limpio por dentro... total, que me lío, la frase es:
¿Que harías si no tuvieras miedo?
Pues eso, ¿y si mandásemos todas las tonterías a tomar por culo, sin miedo?
¿y si importase más la luz que guarda una mirada?
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