Hatebreed - Honor Never Dies


La anterior entrada era un pasote. Por extensión, por calidad y por nivel en general. No sé si la habréis leído de cabo a rabo. Yo sí. Es de esos textos que me cogen por el pecho y me levantan 2 cuartas del suelo, me miran a los ojos y me despiertan de este letargo mío respecto a la actualidad de un país que echa peste y en el que los que estamos enterrados en mierda nos regocijamos de tener más mierda que el vecino.

Generalmente me niego a ver los noticiarios, principalmente porque empiezan con unos tipos que leyendo una pantalla te saludan con ánimo de ánimas, sirviendo de previo aviso de lo que viene luego del saludo, penas y más penas y para penas, ya tiene uno las suyas o, más bien, la de los suyos cercanos que duelen más que las de uno mismo.

Leyendo este texto (y dándole difusión para colaborar con la autora) he llegado a una conclusión más penosa incluso que ver las noticias. Tengo la solución a esta situación, y estoy convencido de ella. Es triste y es dura, pero es que creo que es la única. Hace días escribí que en la vida todo se movía por miedo y por interés, el interés es el que nos ha llevado a estar donde estamos y creo que el miedo es el único que nos puede salvar. El miedo a morir. Porque esto solo se endereza cuando unos cuantos políticos sean asesinados a manos del pueblo. Y estoy hablando literalmente. Ese miedo hará que se dediquen (los que sobrevivan) a hacer lo que no están haciendo. Todo lo contrario a lo que están haciendo.

Y es penosa la solución por el simple hecho de que si eso ocurriese, un buen tipo como yo probablemente no suelte ni una sola lágrima. Y es triste que algo así no resultara triste. Y a este punto hemos llegado. Al menos yo, porque me han empujado.

1 comentario:

Lee. Escucha. Escupe.