Korn - Hater


Aquí yazco en mi cama con los ojos abiertos de par en par, y es que acostumbrar al cuerpo a despertar cada mañana a las 6:30h hace que los sábados se haga eterna la espera a que amanezca para poder colocarme mi maillot nuevo de lunares y poder escaparme a dar no sé cuantas mil pedaladas y volver con el hocico lleno de barro.

Y en estas pienso en las últimas tragedias o atisbos de ellas y en el dolor, en el tiempo que (mal)gasta cada cual en lamerse las heridas que cada cual siente como suyas. Y sigo sin entender el poco respeto que tenemos por el dolor ajeno, que se torna incluso en odio cuando este disiente del nuestro.

Siempre he sido algo frío respecto a las tragedias entendiéndolas como parte del juego, pero es inevitable que algunas te hagan más que pensar que otras. En una gilipollezca clasificación de mi dolor, me duele mucho un tipo de 25 años que conduce a 200 km/h para entretenerme un domingo sí y otro no, me hiere por dentro el ébola que saluda a niños a miles de kilómetros de aquí, casi me alegra (es preocupante) cuando algún banquero o político se lleva un susto, tengo curiosidad sentida por todo lo que rodea a una enfermera a la que nunca pediría prestado su pellejo y me duele absolutamente cero la vida de un perro convertido en mártir y que a menos que me haya perdido algo, nunca dejó de ser un perro, al igual que me duele a partes iguales el daño mal hecho a un toro y la cornada al torero.

Y todo esto no quiere decir que yo sea mejor ni peor, simplemente quiere decir que soy yo y que a mí me duele lo que me sale de los cojones. Y ni debería ser odiado por ello y mucho menos,  elevado a los altares.

Salud, Fuerza y Vigor. 

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