Esta semana he tenido que tragar impotencia con cuchara grande, cosa que a la larga se agradece. Te abre la mente y te obliga a mirarte al espejo.
Encienden la mecha dos clientes tulipas (bendito auto corrector, quería llamarlos gilipollas)... Personas como tu o como yo que en lugar de fogar por algún sitio sano prefieren volcar toda su ira, frustración o vete tú a saber qué contigo, que ni pinchas ni cortas en su vida pero que por cuestiones de karma has ido a cruzarte con semejantes capullos faltos de órgasmos o, quien sabe, sobrados de masturbaciones.
Decía que en el fondo se agradece, porque te dan la oportunidad de demostrar estar por encima de problemas que no son tales, te brindan el inigualable placer de dar una ostia sin mano y te devuelven a la realidad pues habiendo días enteros, pa qué echarle cuenta a medio día...
Existen síndromes de Marfan, refugiados con nada vagando por el mundo sin destino ni rumbo o esperanza, niños que son abandonados por sus padres bajo el egoísmo elevado a la máxima potencia o parados deseosos de tener una minusvalía porque saben que es lo único que les daría posibilidades de ser reabsorbidos por la destructora de almas mal llamada mercado laboral.
Por eso hoy te dedico estas líneas a tí, ser amargado y amargamente, a tí que con tu actitud recalcitrante consigues que me ame más, que ame a los míos, luche cada día por ser algo positivo para cada una de las personas que me cruzo en la vida y no me rinda nunca en mis objetivos, ya sean alcanzar nuevas cotas o recuperar aquello que perdí.
Y es que si por un casual te sientes orgulloso pensando que haces que quiera morirme y disfrutas, que sepas que el mundo sería mejor si te murieras tú.
Salud, Fuerza y Vigor.
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