Cuando uno va de concierto, puede esperar más o menos. Interpreta pequeñas señales en un sentido o en otro, pero cuando vives este tema que en tu puta vida has escuchado y sabes que es el que da paso al show, y ves que a tu alrededor guiris de 150 kilos se ponen de pie para hacer el becerro y corear el estribillo, acabas haciéndote una idea de lo que se te viene encima...
Si a eso se añade que al pedir tu primera birra de las grandes pagas 10€ y te devuelven 11, la expectación ya va en aumento y aquello sabes que va a ser difícil de frenar!
Reconozco que jamás habría dado un duro por haberlo flipado tanto con los Maiden, pero amigo el jueves los planetas se alinearon, hubo ráfagas de magia en el cielo y la luna estuvo tontorrona hasta el punto de que consiguió que en mi estómago aletearan las mariposas del demonio, me plantó delante un escenario cercano, un sonido sorprendentemente decente en gran parte del repertorio para ser el estadio olímpico y una banda con tantos años como ganas, que pasó más calor que en su vida y que demostró que con 60 o mil años de carrera y de carretera se pueden sacar discos nuevos tan buenos como para tocarlos en directo y conquistar a ese chaval que un día dijo que no eran para tanto y hoy, sin que le tiemble la voz, reconoce que por ellos muere y que sin ser el mejor concierto de su vida, si ha dejado en mantilla a algunos gordos como el último de ACDC.
A tus pies, doncella de hierro.
Salud, Fuerza y Vigor.
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