Agosto sigue pasando y en la radio sigue sonando el mismo canto de queja diario que el resto del año. La cosa sigue estando mala, pero con los pies en remojo todo pinta algo mejor, y apetece menos coger pancartas. Aquí, los de secano tenemos más huecos para aparcar y más calles libres en la piscina para nadar, hay entradas baratas para el teatro y cines de verano gratis que desaprovechamos con la excusa de madrugar los que nos ha tocado en suerte trabajar y coincidir con gente que quiere trabajar.
En la calle, el asfalto caliente devuelve a las gentes puertas adentro donde el aire acondicionado se basta y se sobra para atornillar culos al sofá y mientras tanto, en la playa, en la montaña o en la ciudad, la cultura sigue luchando contra la pereza, las películas malas, los litros de alcohol y las radios y televisiones que nos convencen de que no podemos hacer nada. Cómo si fuera poca cosa tomar un libro y aprender algo, alimentar esa pequeña parte que depende de nosotros mismos para, con el tiempo, tener un Agosto sin vacaciones y sin cine de verano porque al día siguiente, por suerte, hay que madrugar. Os leo.
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