Butcher Babies - Monsters Ball

Semana heavy. Grande.

Monologuista abrumado en superboda; Organizador de evento para empresarios de toda una provincia, donde lo mismo me remangaba para montar el tinglado que me apretaba el nudo de la corbata para decir aquí estoy yo; Torero sin capote y anfitrión de guantadas sin mano; Amo de casa, niñero empedernido o asalarido explotado por mí mismo; Hombre entre los hombres pero arrastrándome hasta unas sábanas que acumulan el desorden de ayer con el de mañana sin fuerzas para frenar tal sacrilegio y regalar de paso un poco de paz visual a quien empeña su presente por un futuro insuperable; Gestor de ahorros de fortunas medias mientras día tras día limpio de mierda la jaula de nuestra gallina "Hello" (o Hell-oh)...

Consciente de que hay que separar los Yo's que hay dentro de mí a la hora de proyectarlos al exterior mientras escapaban en mi perfil personal cuadros no aptos para visitantes sensibles de una sola parte de mí...
He estado reflexivo, y aún lo estoy más si cabe.

Quizás porque estoy consiguiendo acercarme a lo que yo quería para mí mucho antes de lo que esperaba. Quizás porque cada día me zumba más el nardo que se acerque el día en el que todos mis Yo's se pongan de acuerdo para liarla y sea capaz de (no sólo no darle al pause sino de) subirle el volumen al Critical Acclaim de Avenged Sevenfold cuando venga un cliente serio, tomarme una cerveza a las 10 de la mañana, dormir en traje de chaqueta, enseñarle a mi hija a levantar el corazón (dedo) cada vez que le salga del Toto, trabajar con mis camisetas de Metallica rajadas y, en definitiva, ir por la vida soltando órdagos para que, al que le guste, le encante, y al que no le guste, que no mire.

Salud, Fuerza y Vigor, sin máscaras.

O con ellas, pero visibles.